Imáz

Por Alexander Torres Iriarte

¿Cómo evaluar a este representante de una generación que entregó mucho por la formación intelectual y espiritual de este lado del mundo? Porque en honor a la verdad no hay que enfrascarse en que hubo una sola España.

Además de la invasora y genocida de hace más de medio milenio, hay que admitir la presencia, también, de otra que llegó siglos después huyendo del franquismo, luego de la guerra fratricida de 1936.

Hablamos de esos anarquistas, republicanos y socialistas que anhelaron, como nosotros ahora, una sociedad más igualitaria. Se nos ocurre recordar de tal forma a Eugenio Ímaz. Mencionamos a este intelectual desaparecido en Veracruz el 28 de enero de 1951 -había nacido el 14 de junio de 1900- quien apostaría, como muchos, por la emancipación cultural de Nuestra América, y que hoy están prácticamente en el olvido.

Hace un casi un siglo que Ímaz alcanzaría títulos en Derecho y en Filosofía en la Universidad Central de Madrid. Posteriormente ahondaría sus conocimientos en la Alemania de su hora. Ya se destacaba en la Revista de Occidente y Cruz y Raya, respectivamente.Al finiquitar la Guerra Civil española Ímaz tomaría el destierro, arribando a México en condición de refugiado y marcando pauta, posteriormente, en la vida cultural y académica del país norteño.

En su primera estancia, permanecería durante siete años, de 1939 a 1946, en el lugar lindo y querido. Sus contribuciones en Cuadernos Americanos, su docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México y sus traducciones en el Fondo de Cultura Económica, alcanzarían reconocimiento público.

Destacarían entre sus obras Asedio a Dilthey. Un ensayo de interpretación; El pensamiento de Dilthey. Evolución y sistema; Topía y utopía; y Luz en la caverna. Introducción a la Psicología y otros ensayos.Su manera de concebir la historia fue deudora de sus fuentes nutricias -desde Hegel, pasando por Comte hasta Tocqueville- sin renunciar, pese a su vida entre guerras, al sueño de una comunidad más “divina”, amorosa y justa.

La historia como realización de libertad y razón, aunado a un ejercicio democrático de la convivencia social, nos permitirían, en su calibrar, dar el salto posible de homo sapiens a homo amans. Ímaz viviría en Caracas entre 1946 y 1948, abocándose a echar las bases de las escuelas de Periodismo y de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Vendría el pensador de la mano de su colega Juan David García Bacca y aquí encontraría su verdadera pasión docente.

Fue en este sentido que su magisterio sería sembrado en el Instituto Pedagógico de Caracas. Su mirada formativa contrastaría con la escolástica todavía vigente, favoreciendo una educación humanística y comprometida. Tendría en la Casona del Paraíso, cuna de los estudios de los estudios psicológicos en Venezuela, una buena recepción, siempre visto como un auténtico erudito.

Tal fue su aporte que a Ímaz se le considera el introductor de las ideas gestaltistas en la tierra de Simón Bolívar y tal vez en toda Latinoamérica. Luego de intensas vivencias en el país sudamericano regresaría a la patria de Benito Juárez.

Nunca pudo volver Eugenio Ímaz a su lar nativo, a San Sebastián, capital de la provincia de Guipúzcoa, en la comunidad autónoma del País Vasco. La muerte hallaría primero a este humanista antifascista quien hizo mucho por México y por Venezuela.

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