Despiertos

Alexander Torres Iriarte

Eduardo Galeano, ese inconforme que nos acostumbró a percibir más allá de lo obvio, narró una vez una alegoría de gran pertinencia para comprender, en parte, lo que está ocurriendo en Venezuela:
“Cuando era niño mi abuela me contó la fábula de los ciegos y el elefante. Estaban los tres ciegos ante el elefante, uno de ellos le palpo el rabo y dijo:

  • Es una cuerda.
    Otro ciego acarició una pata del elefante y opinó:
  • Es una columna.
    Y el tercer ciego apoyo la mano en el cuerpo del elefante y adivinó:
  • Es una pared.

Así estamos ciegos de nosotros, ciegos del mundo. Desde que nacemos nos entrenan para ver nada más que pedacitos. La cultura dominante, cultura del desvínculo, rompe la historia pasada como rompe la realidad presente; y prohíbe armar el rompecabezas”, concluía el sentipensador nuestroamericano.

Lo que no quiere la derecha es que el pueblo consciente arme el rompecabezas. Por ello generan la fragmentación, la desintegración, la disolvencia. Bástese ver sus potentes mecanismos “informativos” y sus redes sociales robotizadas para percatarnos que invidentes nos quieren poner, con el perdón de los invidentes. Por ello el uso astuto de las medias verdades respaldadas por instituciones, agencias y personalidades de relativas credibilidades. Por eso el lavado cerebral.

Dicen que nuestra inflación es la más elevada de la región; que el índice de Gini del país sudamericano es más desigual de la zona, “incluso por encima de Haití”; que la población en pobreza extrema se triplicó; que la quinta parte de la población emigró; que hay permanentes cortes en los servicios públicos; que existe una alza desproporcionada de los precios de los productos; etc.

Dice, dicen…pero hacen caso omiso, intencionalmente, de la causa fundamental de dicha situación: el bloqueo ilegal, criminal, que lesiona no sólo al Gobierno Bolivariano sino al venezolano de pie, incluyendo, por supuesto, a los antichavistas y a los indiferentes. No olvidemos todas las acometidas inhumanas de la dirigencia oposicionista contra la gente humilde, por favor.

Sin embargo, en este panorama hostil de los últimos años, Nicolás Maduro ha sabido salirle al paso. Con muchos elementos en contra, el subestimado “autobusero” ha sorteado exitosamente el derrumbe del país por el ataque imperial. Errores internos si lo ha habido, pero nunca los ha evadido el hijo de Chávez.

La disminución de la hiperinflación inducida; los cimientos de un modelo económico más rentable y productivo; nuestra inserción en la nueva geopolítica mundial, en la cual China, Rusia e India juegan un papel protagónico; la preservación de la unidad en el chavismo y los movimientos sociales de base; la defensa de paz del país en el marco del respeto a los derechos humanos; el enfrentamiento a la corrupción gubernamental; y sobre todo, el respaldo a la inversión social para cubrir las demandas populares; estos elementos y muchos más, hacen de Nicolás Maduro la única opción soberana, lo demás es la selva, el entreguismo y la debacle de la Patria. Falta mucho por resolver, si falta, pero la voluntad y las acciones a favor de la mayoría son persistentes. No verlo es mezquindad, es ceguera. Observemos los países donde la derecha ha conquistado el poder: represión y privatización son sus únicas banderas. Por eso, este 28 de julio próximo cuando salgamos a votar, no nos dejaremos engañar.

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