DOS COMPORTAMIENTOS EN POLÍTICA EXTERIOR

Por Franklin González.-

“Hermanos, no nos equivoquemos: el enemigo es el mismo para los pueblos de nuestra Indoamérica” (Claudia Sheinbaum).

En distintos escritos hemos dicho que la política exterior es vista por diversos teóricos y analistas de las Relaciones Internacionales como una política pública, es decir; la que se proyectará hacia fuera de sus fronteras como una extensión de sus dos premisas fundamentales; el mantenimiento de su soberanía político-territorial y su aceptación en la comunidad internacional como Estado Nacional independiente y sujeto al Derecho Internacional.

Del mismo modo la política exterior es bifronte al vincular los factores de orden interno como externo, lo que significa tomar en cuenta los objetivos específicos, estrategias, medios e instrumentos adecuados a los fines permanentes del interés nacional al momento del proceso de toma de decisiones o acciones político-diplomáticas, económicas, militares o culturales hacia el exterior en un momento histórico determinado.

Pero, también, toda política exterior se vale de dos instrumentos que son clásicos, y están per se diseñados y se van ejecutando al unísono o uno predominando por encima del otro en determinadas circunstancias.

En ese sentido, existe el instrumento clásico de la guerra con sus distintas características y variantes (hoy son muchas, entre ellas la que van a la mente de los pueblos); y también existe el instrumento de la paz o de la diplomacia igualmente con sus características y distintas variantes.

En estas reflexiones utilizaremos palabras de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, para dar cuenta de dos comportamientos en política exterior.

La fuerza.

Aquí es la fuerza la que actúa.

Veamos.

Dice la presidente de México, Claudia Sheinbaum, queEstados Unidos, es una potencia que se viste de democracia, pero exporta golpes de Estado, y clava sus garras en nuestra tierra con una estrategia clara: dividir para saquear.

Por ejemplo, en Chile, financió el golpe contra Salvador Allende para imponer a Augusto Pinochet y regalar el cobre a sus corporaciones.

En Nicaragua, armó a los Contras para ahogar en sangre la Revolución Sandinista.

En Venezuela, desató una guerra económica y sanciones criminales para robar el petróleo y doblegar a un pueblo que se atrevió a mirar al futuro con soberanía.

En Brasil, utilizó la Lawfare para encarcelar a Lula y frenar el ascenso de los pobres.

En Bolivia, apoyó un golpe contra Evo Morales para entregar el litio a sus transnacionales.

En Cuba, mantiene un bloqueo genocida por seis décadas, castigando a un pueblo que eligió ser dueño de su destino.

Si alguien aún le queda dudas sobre lo dicho, digamos con el gringo, Jeffrey Sachs, que Estados Unidos es el país de la “guerra perpetua” y con otro gringo, Morris Berman, que “Estados Unidos siempre necesita un enemigo”.

La razón

Aquí es la razón la que se impone.

En un firme respaldo a los principios de la política exterior mexicana, la presidenta Claudia Sheinbaum ha criticado las medidas coercitivas impuestas por Estados Unidos y se ha manifestado en contra de las sanciones económicas unilaterales, destacando que estas afectan principalmente a las poblaciones y no a los gobiernos.

La presidenta también ha recordado la posición histórica de México contra el embargo a Cuba y extendió su rechazo a cualquier medida similar hacia Venezuela. Con esta declaración, México se alinea con naciones como Bolivia, Rusia, Cuba y China, quienes han manifestado su desacuerdo con las acciones estadounidenses.

Sheinbaum subrayó que en el contexto de conflictos internacionales siempre deben primar la diplomacia y el diálogo sobre las medidas coercitivas. Esta declaración se produjo en respuesta a la decisión del gobierno de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a los países que compren hidrocarburos venezolanos. Sheinbaum reiteró la postura histórica de México en oposición a este tipo de acciones.

Ha dicho Claudia Sheinbaum que mientras Wall Street especula, nuestros pueblos hambrean. Mientras Hollywood nos vende falsos ídolos, entierran nuestras identidades.

Pero tenemos algo que ellos jamás tendrán: la certeza de que la historia la escriben los pueblos.

Hoy, cuando el neoliberalismo recicla su rostro con falsas promesas, cuando la Cuarta Flota estadounidense vigila el Caribe y las bases militares se multiplican en Colombia y Brasil, es hora de gritar con una sola voz: ¡Basta de injerencia! ¡Basta de saqueo!

Que resurja la UNASUR, que crezca el ALBA, que el CELAC sea nuestro escudo. Organicemos asambleas populares, redes de comunicación propia, monedas regionales, ejércitos de maestros y artistas que despierten conciencias. Porque la verdadera independencia se conquista con educación, organización y amor al prójimo.

Y con mucho optimismo dice que, desde las tierras ardientes del Río Bravo hasta las aguas embravecidas de la Tierra del Fuego, somos un solo pueblo, una sola alma tejida con los hilos de la resistencia, la dignidad y los sueños compartidos. La Patria Grande no es una utopía: es el latido de nuestra historia, la memoria viva de quienes lucharon por vernos libres, desde Túpac Amaru hasta Bolívar, desde Martí hasta la Che Guevara. Somos la generación que puede hacer realidad el sueño de San Martín y Manuelita Sáenz.

Es el territorio sin fronteras donde el quechua, el español, el portugués, el guaraní y todas las voces originarias se funden en un coro que canta: ¡Unidad!

Cada herida abierta en un país es un ataque a todos. El imperialismo no teme a gobiernos aislados: teme a los pueblos unidos.

Claridad total tiene la presidente actual de México.

El Dr Franklin González es Sociólogo. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Titular jubilado, ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, Director de Publicaciones de Intersaber y analista nacional e internacional.

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