Por Franklin González
“Si una opinión contraria a la tuya te hace enfadar, es señal de que inconscientemente eres consciente de que no tienes ninguna buena razón para pensar como lo haces. Si alguien sostiene que dos y dos son cinco, o que Islandia está en el ecuador, deberías sentir lástima en lugar de enfado, a menos que sepas tan poco de aritmética o geografía que su opinión haga tambalear tu propia convicción contraria. Las controversias más salvajes son aquellas sobre asuntos sobre los que no hay pruebas fehacientes de ningún tipo. La persecución se utiliza en teología, no en aritmética, porque en aritmética hay conocimiento, pero en teología sólo hay opinión. Así que, siempre que te encuentres enfadado por una diferencia de opinión, permanece alerta; probablemente descubres que tu creencia va más allá de lo que justifica la evidencia”. (Bertrand Russell, Bosquejo sobre la basura intelectual).
Introito
En la película de ciencia ficción, Matrix, escrita y dirigida por las hermanas Wachowski (Lily y Lana) (1999), se reflexiona sobre la humanidad y las razones que pueden llevarla a la ruina. Se muestra un futuro sin esperanza para los humanos, que agotaron los recursos del planeta y destruyeron el sol y donde terminan esclavizados por las máquinas que ellos mismos crearon.
También se da cuenta de la relación con la tecnología y la separación del cuerpo y la mente, cada vez mayor por el avance de la robótica y la realidad virtual. Se consideraba que la libertad realmente no era más que un algoritmo predecible dentro de un programa informático, bien alejado de convertirse en una realidad, al menos en el corto plazo. Se hablaba del año 2199.
En la película, se hace referencia a la aventura de Neo, un joven hacker, que es convocado por el movimiento de resistencia liderado por Morfeo quien lucha contra la dominación de los seres humanos por las máquinas. Morfeo le ofrece dos pastillas de diferentes colores: la azul, que significará continuar en la ilusión o la roja, con la que descubrirá la verdad.
Ante esta disyuntiva, el protagonista escoge la píldora roja y despierta en una cápsula. Es así como descubre que la raza humana está dominada por la inteligencia artificial y vive atrapada en un programa de ordenador que sirve solo como una fuente de energía. Neo se da cuenta de que la resistencia cree que él es el Elegido: una especie de mesías que liberará a la humanidad de la esclavitud de la Matrix.
Aunque dude de su destino, a lo largo de todo el camino, aprende a superar las reglas de simulación. Consigue salvar a Morfeo, que había sido secuestrado, y derrota al agente Smith tras un duelo en el que demuestra su valía como guerrero y confirma que es el Elegido.
Hoy, en el mundo, están ocurriendo hechos, acontecimientos, que hacen dudar del tiempo establecido. La pandemia provocada por el Covid19 aceleró el proceso de automatización en muchos sectores, como el de servicios, la construcción, la medicina, la alimentación, la defensa o la industria aeroespacial.
La robotización avanza aceleradamente. Esto no afecta sólo al trabajo (teletrabajo) sino que también incide determinantemente en las formas de vida. Las máquinas, parece que se han independizado, y son ellas las que se imponen por encima de los seres humanos e invaden su intimidad. No hay espacio humano sin la presencia, por ejemplo, de los gadgets.
De allí que se sostenga que, dentro de pocos años, existirán unos amigos «robots» que estén en las casas, interactuarán con sus habitantes y serán una especie de «paño de lágrimas» para sus problemas, padeceres, dolores, angustias y emociones.
Las notas que haremos a continuación forman parte de las características más resaltantes que cruzan un mundo donde la tecnología está marcando, de manera casi existencial, al ser humano y las máquinas están compitiendo, con él, fuertemente.
Pérdidas de las relaciones sociales
Se podría afirmar, con el sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío, Zigmund Bauman, que se vive en una “sociedad líquida” lo que genera pérdida en las relaciones sociales (cada vez se interactúa más con un celular o una Tablet que con un familiar o un amigo) o la “privacidad, la intimidad, el anonimato y el derecho al secreto quedan fuera de las premisas de la sociedad de consumidores”.
Hay quienes afirman que nos encontramos con nuevos modos de encuentros y de relaciones sociales de la sociedad de las redes sociales, ante lo cual valen las siguientes interrogantes: ¿Qué pasa con el sujeto?: ¿se desdibuja, se ausenta o se esconde detrás de los emoticones/emojis? ¿Dónde queda la palabra, el lenguaje, la ética, la mentira/verdad y qué tipo de relaciones sociales se desarrolla en esta sociedad?
El lenguaje de los emoticones.
Se habla de muchas muertes. Por ejemplo, de la muerte de la historia en la versión de Hegel o, en su versión más reciente, del fin de la historia, de Francis Fukuyama. También de la muerte de Dios, según Friedrich Nietzsche.
Pero, ahora, se habla del algo más trascendente: la muerte de la palabra con la presencia del lenguaje mundial de los emoticones.
A través de ellos se ha establecido un idioma mundial, son los llamados emojis o emoticones, que no son más que figuritas sin ningún tipo de fronteras, expresando y representando cualquier tipo de emociones o pensamientos a través de pequeñas imágenes. Son una secuencia de caracteres del teclado que se utiliza para transmitir una emoción (la sonrisa, el guiño, el que expresa asombro o el sarcasmo y la tristeza o para enviar abrazos y besos).
Esas figuritas representan lo que la palabra ya no dice o no se puede o quiere decir. De allí que, todo sujeto (rico, pobre, negro, rubio, blanco, con acceso a la educación o no, hombre, mujer, homosexual, inmigrante o nativo), se convierte en un sujeto descentrado, esto es, sujeto en proceso, inmerso en una realidad no real sobre quien se imprimen efectos de realidad.
Estos emoticones/emojis se han convertido en el medio perfecto para la comunicación con personas de cualquier parte del mundo en la medida que traspasan fronteras idiomáticas, o, inclusive, con nuestros propios amigos/enemigo, cuando simplemente no existe la necesidad de escribir un montón de palabras para expresar algo que se indican con figuritas.
Las redes sociales
Hoy en día no es la radio, no es la televisión, tampoco los medios impresos, ni el cine, sino el Internet y, particularmente, las redes sociales, el principal medio de comunicación del mundo, que transforma los modos de circulación de la información en la medida en tiene repercusiones culturales, económicas, sociales y políticas en la comunidad global generando nuevas formas de sociabilidad.
Hoy, por ejemplo, ambas, internet y las redes sociales, son el medio principal, precisamente, por la velocidad y la facilidad de acceso e intercambio de información, datos de todo tipo, y por su carácter omnipresente y global. Rompe fronteras. Es, además, un medio caótico, multidimensionado, con autoridad desdibujada y donde –a diferencia de la televisión o los diarios– cualquier sujeto puede, en principio, publicar libremente. El usuario es, más que en ningún otro medio, concebido como consumidor-productor. El yo que habla y se muestra incansablemente en la web, es, al mismo tiempo, autor, narrador y personaje.
Veamos lo que nos dicen algunos pensadores:
El filósofo polaco Zygmunt Bauman dirá: “Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia. Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa”.
El escritor portugués Boaventura de Sousa, afirma: “Esta es una de las contradicciones de nuestro tiempo. Nosotros saludamos a las redes sociales y a internet como plataformas, como una forma de democratización del conocimiento y de la información. Pero en tiempos recientes, en el régimen de la posverdad, las redes sociales y el internet son utilizados para manipular la opinión pública con base en una cosa que es difícil de entender para una persona no técnica”.
La era de las redes sociales se desarrolla dentro de lo que el filósofo francés, Gilles Deleuze, llamó las sociedades de control, esto es, sociedades en las cuales predomina la biopolítica (regulación de la especie), las redes flexibles y fluctuantes; donde las relaciones de poder están arraigadas por las innovaciones tecnocientíficas y tienden a envolver todo el cuerpo social sin dejar prácticamente nada fuera de control.
El filósofo surcoreano, Byung-Chul, sostiene que, en la sociedad del rendimiento, las redes sociales se presentan como un espacio en el cual los individuos deben destacar constantemente, mostrando una imagen idealizada de sí mismos. La búsqueda de reconocimiento y validación se convierte en una obsesión, generando una presión constante por obtener likes, seguidores y comentarios positivos.
Esta dinámica de rendimiento en las redes sociales conlleva a la alienación de los individuos. Al intentar encajar en los estándares de éxito y felicidad impuestos por la sociedad; las personas se desconectan de su verdadera identidad y se convierten en meros productos de consumo. La autenticidad se pierde, siendo reemplazada por una imagen cuidadosamente construida que busca la aprobación externa.
Las redes sociales generan los típicos maniqueísmos entre quienes la defienden a ultranza («histeria protecnológica», en términos del profesor alemán Peter Sloterdijk) y los que la consideran como algo diabólico y causante de todos los males («histeria antitecnológica»).
Las redes sociales como actor internacional
Pero, hoy por hoy, las redes sociales se han convertido en un actor internacional sumamente importante, porque a través de las ellas se han producido muchos cambios políticos y golpes de estados. Verbi gracias, las «revoluciones de colores» en ciertos países exsoviéticos (revolución de las rosas en Georgia en 2003, la revolución naranja en Ucrania en 2004 y la revolución de los limones o tulipanes en Kirguistán en 2005) y la «primavera árabe» en 2010 y los llamados indignados. América Latina y El Caribe también ha sido víctima de esos golpes.
Los formatos son casi idénticos. El «teórico» de los «golpes de acción no violenta», Gene Sharp, los plantea en sus textos: De la Dictadura a la Democracia y Métodos de Acción No Violenta.
Por tanto, las redes sociales son uno de los principales actores internacionales, con una eficiencia de importancia mayor, al crear subjetividades y estar enraizadas en lo cotidiano, en la familia, el internet, el wifi, el celular, por tanto, perturba lo privado, invade lo individual, forma parte de la vida cotidiana, segundo a segundo.
La huelga cerebral.
Hoy existen lo que de denomina la infodemia, esto es, un exceso de información que, paradójicamente, provoca desinformación.
Los efectos de la infodemia sobre la ciudadanía son letales. Según el filósofo coreano, Byung Chul Han, “la creciente atomización y narcisificación de la sociedad nos hace sordos a la voz del otro. También conduce a la pérdida de la empatía”. “Hoy todo el mundo se entrega al culto del yo”. el narcisismo digital crece cada día y se convierte, sorprendentemente, en uno de los principales motivos por los que muchas personas acuden a las redes. “Todos los individuos se representan y reproducen a sí mismos”.
De allí que, el pensar, no es algo que las nuevas tecnologías inviten a hacer, más bien todo lo opuesto. Es una realidad que ya no se leen libros, tampoco novelas e incluso ensayos y artículos. Ahora, todo lo facilitan las redes sociales, donde, además, impera la “filosofía” del “Me gusta”, que significa postear o reenviar lo que me gusta, independientemente de constatar su contenido. Eso se ha potenciado con las posverdades y las fake news.
En definitiva, la “huelga cerebral”, significa, ni más ni menos, la renuncia a poner a funcionar el cerebro y sus neuronas. No es un invento, no es un cuento, tampoco una fábula, es una realidad. Por ejemplo, en el mudo de la academia se está viviendo la era del cortar y pegar (cut and paste, en inglés), que, en términos muy concretos, significa el plagio de cualquier monografía o trabajo que fácilmente se encuentra por internet y que se presenta como propia. Eso está ocurriendo no sólo a nivel de pregrado, sino también de postgrado e incluso en su nivel más elevado: el doctorado.
La Infocracia
El filósofo surcoreano, Byung Chul, escribió en el año 2022, el texto titulado: Infocracia. Allí, sostiene que la Infocracia puede ser asemejado al régimen de la información y dice:
“Llamamos régimen de la información a la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos”.
En la época actual, la primacía de la información y los algoritmos digitales se enquistan en el campo político y esto tiene consecuencias, sobre todo, a la hora de decidir por los nuevos gobernantes, es decir, la información es lacerante para el proceso democrático. Por eso, para Han “La democracia está degenerando en Infocracia “.
La Infocracia vendría a ser un acontecimiento de los medios digitales, donde la abundancia de información hace posible la creación de algoritmos que operan con datos de los usuarios para disponer sobre sus comportamientos y preferencias. Los algoritmos digitales elaboran una psicometría de los usuarios de las redes sociales.
Según Han: “La psicometría, también conocida como psicografia es un procedimiento basado en datos para obtener un perfil de personalidad”. Ese “perfil” es elaborado a partir del consumo de información en la red digital. Los algoritmos, junto a la psicometría, construyen al usuario que es sometido por el régimen de la información. Este, a su vez, es una expresión psicopolítica, es decir, tiene el poder de controlar y disponer sobre la psique humana.
En consecuencia, facultades inherentes al ejercicio democrático como la autonomía o el libre albedrío se atrofian en nombre del dominio infocrático. La democracia como poder del pueblo cede a la Infocracia como poder de la información. El algoritmo digital opera de forma arbitraria y favorece a determinados actores o partidos políticos.
Para Byung Chul Han “En la Infocracia las campañas electorales degeneran en una guerra de información” y los partidos políticos dan más interés al control de esta información que a la elaboración de sus propuestas y planes de desarrollo. “Los votantes no están informados del programa político de un partido, sino que se les manipula con publicidad electoral, adaptada a su psicoprograma. Y no pocas veces con fake news”. Por tanto, deja de importar el discurso, el accionar, y el plan de los partidos políticos. La guerra de la información tiene armas algorítmicas.
En la Infocracia la guerra de información se expresa como una guerra política y los usuarios de las redes sociales se asemejan a un rebaño demasiado dócil y maleable.
Dirá Han: “En las campañas electorales entendidas como guerra de información, no son ya los mejores argumentos los que prevalecen, sino los algoritmos más inteligentes “. De allí, que la democracia se subyuga a los algoritmos digitales, que están en condición de orientar el comportamiento humano. Disponer de esta información y estos algoritmos es la actual forma de soberanía más eficaz. “Soberano es quien manda sobre la información en la red “(Han), esto es, soberano es, quien, a partir de información, determina lo que es verdad. Lo que vale y es necesario para el pueblo.
Diríamos: nos encontramos en momentos en los cuales la disrupción tecnológica menoscaba el proceso democrático.
Si algo es real y concreto, es que no hay ninguna elección que tenga lugar en el mundo, y muchos menos en América Latina y El Caribe, que no sea víctima de los monopolios de la información y de sus élites empresariales. Hoy, las guerras de información se libran con todos los medios técnicos y psicológicos imaginables y la disrupción tecnológica está menoscabando el proceso democrático.
Por eso, hoy en día, en cualquier campaña electoral, estará presente la psicometría, lo que significa que con suficientes datos se puede calcular con precisión la personalidad del usuario, y eso es ideal para el marketing político, para los “fenómenos” electorales y para los “outsider”. En otras palabras, en las campañas electorales, entendidas como guerra de información, no son ya los mejores argumentos los que prevalecen, sino los algoritmos más inteligentes.
Ante esa realidad se pueden encontrar dos respuestas. Para los perdedores, la más frecuente es la positivista, aquella que responsabiliza de los resultados a los pueblos y, para los ganadores, la expresión más atinada siempre será “benditos algoritmos digitales”.
La inteligencia artificial.
En estos tiempos se está hablando de la Inteligencia Artificial (IA), que será algo así como la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Es una tecnología que parecía no solamente misteriosa y esotérica, sino también lejana. Sin embargo, su presencia se hace cada vez más frecuente en nuestro día a día, a todas horas, y sigue ganando terreno en muchas actividades del quehacer científico-tecnológico actual.
Con la inteligencia artificial se plantea un escenario en el que, con el paso del tiempo, algunos trabajos podrían hacerse obsoletos para que sean ejecutadas por el ser humano.
Ya se dice abiertamente que la IA está reemplazando a trabajadores profesionales. Se menciona que para este año 2025 se tiene previsto que cerca de 85 millones de puestos de trabajo, en medianas y grandes empresas, serán desplazados y suplantados por inteligencia artificial.
La entidad financiera estadounidense Goldman Sachs sostiene que la inteligencia artificial podría ocasionar una disrupción en el mercado laboral que afectaría a 300 millones de empleos en todo el mundo y que el avance en inteligencia artificial podría conducir a la automatización de una cuarta parte del trabajo realizado en Estados Unidos y Europa, mientras que alrededor de las dos terceras partes de los trabajos actuales están expuestos a un grado de automatización.
Se está hablando, con mucha insistencia, de que 5 tipos de trabajo están en peligro y podrían desaparecer para dar paso a la inteligencia artificial. Por ejemplo, en Educación, se asegura que la inteligencia artificial es capaz de darle materiales eficientes de aprendizaje al alumno sin tener contacto con el docente. Al respecto, ya existen muchas compañías de IA interesadas en invertir en herramientas educativas. Se dice que ChatGPT, desarrollado por la empresa OpenAI en 2022, puede dar clases.
También se sostiene que el Machine Learning, rama de la inteligencia artificial, también ayudaría a revolucionar el sistema educativo tal y como lo conocemos en virtud de que puede recomendar contenidos a los alumnos.
La ventaja para los profesores o profesionales de la educación, advierten los especialistas, es que con el uso de la inteligencia artificial el docente puede dejar tareas administrativas de lado además de centrarse en la calidad del aprendizaje.
De igual manera, se señala que las actividades relacionadas con el Periodismo también están en peligro, por cuanto, la inteligencia artificial ha demostrado ser muy eficiente a la hora de recolección de datos, análisis y búsqueda de patrones. Por tal motivo, algunas empresas están prescindiendo de periodistas para sustituirlos por inteligencia artificial. Se afirma que en el año 2020 cerca 50 periodistas fueron despedidos de Microsoft. Sin embargo, no todo está perdido para los periodistas, ya que aún herramientas como ChatGPT tienen que precisar la verificación de su información.
Se habla de que la inteligencia artificial también ha puesto en evidencia que en un futuro el Diseño Gráfico como profesión podría desaparecer ya que ChatGPT tiene la capacidad de crear imágenes personalizadas a partir de las necesidades de los usuarios.
Del mismo modo, se prevé que el sector financiero y sus actividades concomitantes se verán desplazadas por la inteligencia artificial al poder detectar y gestionar fraudes, además de que puede brindar servicios de asesoramiento financiero las 24 horas del día y buscar clientes potenciales sin necesidad de intervención humana. En este sentido, se predice que la inteligencia artificial les ahorraría a los bancos cualquier cantidad de dólares.
Al igual que con Diseño Gráfico, quien trabaje en Ingeniería en Software podría verse afectado por la inteligencia artificial por su posibilidad de escribir códigos, desarrollar páginas web y crear experiencias de usuario altamente eficaces.
La inteligencia artificial (IA) anuncian los retos y cambios del presente y futuro. La robótica asombra. Todo un mundo nuevo que surge del llamado enjambre de la dictadura digital de la cual nadie escapa. Mundo de máquinas, de software, de inventiva tecnológica. Mundo nuevo que asombra.
Sin embargo, nada nuevo surge sin la intervención humana. El hombre desde la finitud de su creatividad, se adentra en infinitud de las posibilidades creativas. Ningún robot sale de los talleres sin la marca creativa del hombre. La IA tiene sus límites en el accionar humano. En el futuro, aunque el mundo de las máquinas suplantará buena parte del accionar humano, la discusión está en si llegará por completo en dominar al ser humano, con toda su alucinante locura y dando rienda suelta a su imaginación.
Ahora bien, más allá de esas críticas y cuestionamientos, lo importante es el papel que están jugando las maquinas.
Caso del beisbol y del futbol. En ambos deportes, con incidencia mundial, la máquina está imponiéndose. Veamos.
En el futbol, el llamado «deporte rey», la máquina resulta ser la que marca la pauta. Sus decisiones son inapelables y puede decidir quién gana o quién pierde, quedando los árbitros subordinados a su decisión. El llamado VAR, esto es, Asistencia al Árbitro por Video (en inglés, Video Assistant Refeee), constituye un sistema altamente preciso implementado por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), con el fin de eliminar los diferentes errores arbitrales, intencionales o no. Tanto es así que hoy no hay partido de fútbol que se realice sin esta novedosa modalidad.
¿Cómo funciona el VAR? Consiste en una serie de cámaras cuyas imágenes son evaluadas en una habitación con monitores por parte de árbitros FIFA que determinan la decisión a tomar por parte de los árbitros y jueces de línea de un encuentro. En este caso, es una máquina al servicio del deporte rey la que, sobre las jugadas «polémicas» o “dudosas”, dictamina la validez o no de una jugada.
¿En qué caso decide el VAR? En casi todo. Por ejemplo, cuando hay un gol decretado así por el árbitro, se revisan potenciales situaciones de infracción a las leyes del juego como «fuera de lugar», «mano» u otras contravenciones. En el caso de «penalti», se revisa si la decisión de sancionar o no el cobro de “pena máxima» se ha tomado correctamente. Así mismo, se examinan jugadas tanto dentro del área como cerca de ella; se vigila si la expulsión de un jugador ha sido correcta o no; e incluso, cuando un árbitro muestra una tarjeta a un jugador que no había cometido ninguna infracción, éste está obligado a enmendar el error.
El otro caso tiene que ver con el beisbol, donde los árbitros no son los que hacen cumplir las “reglas del juego” que los mismos seres humanos acordaron y redactaron. Ya, desde hace algunos años, las Ligas Mayores de Béisbol instauraron la repetición instantánea (revisión por video), y lo hicieron, además, de manera progresiva. Primero, comenzaron en el año 2008 con la repetición únicamente para los cuadrangulares; pero luego, y a partir de 2014, le dieron a los mánagers el derecho de cuestionar o desafiar (challenge), primero en 30 segundos; y a partir de 2020, en 20 segundos ciertas decisiones arbitrales en los que ellos no estaban de acuerdo y con el beneficio de la repetición instantánea. Ante una situación de esta índole, se acude a ver la jugada en un video (una máquina) y allí se toma la decisión final.
Vemos así que, ante una decisión arbitral, se acude a la máquina, a la tecnología, y esta como si tuviera vida propia, decide si la jugada decretada por el árbitro es correcta o no. Las jugadas sujetas a revisión son: jonrón, dobletes por regla, interferencia por un fanático, decisiones arbitrales por jugadas en los límites del terreno de juego (por ejemplo, pelotas capturadas en las gradas por un jugador a la defensiva, determinación de la bola muerta), forzado en base (excepto la jugada de toque al pisar la segunda base en medio de la ejecución de un doble play), robos de base y movimiento del lanzador para sacar out a un corredor en una almohadilla, determinar si una bola pasó en zona buena o mala en las líneas de los jardines, atrapadas a la defensiva difíciles de determinar en los jardines, bateador golpeado por el lanzamiento de un pitcher hacia la goma (home), el tiempo de juego (para captar si un corredor anota antes de un tercer out), tocar una base (requiere apelación), por ejemplo, advertir cuando un corredor pisa o no una base, dos jugadores en una base al mismo tiempo, etc., determinar si un corredor pasó a otro en las bases, para precisar registros (conteo de bolas y strikes a un bateador en su turno ofensivo, número de outs en un inning, anotación de carreras y otras situaciones).
Si el jugador llegó quieto o no a la base respectiva o si el jonrón fue real o no, eso queda en manos de unas repeticiones de la jugada.
Un mánager puede solicitar la revisión de una jugada al expresar verbalmente al jefe del equipo de árbitros que trabaja en el partido su intención de retar o impugnar, en el momento preciso, la decisión de un umpire, especificando exactamente qué parte de la misma quiere retar o impugnar.
Cada manager puede retar hasta dos jugadas durante un mismo partido. Después del comienzo del séptimo inning el jefe del equipo de umpires puede optar por invocar la repetición instantánea, para revisar una decisión arbitral. En esa circunstancia, el jefe de los árbitros no está obligado a invocar la repetición instantánea si es solicitada por un mánager. Como un agregado a esto, digamos que en este deporte no sólo estamos en presencia del domino de la máquina sobre el ser humano, sino también de la modulación de conductas negativas, que en el beisbol se han convertido en algo absolutamente normal. Ahora, se permite libremente y a la luz de todo el mundo, que los jugadores utilicen las famosas “chuletas”, similares a las utilizadas en nuestros recintos educativos, cuando se realizaban exámenes y se hacía uso de ellas, por parte de los estudiantes. Obviamente, las consecuencias eran realmente negativas y el acto podía significar la reprobación en la respectiva asignatura. Pero resulta que en este deporte hoy es lícito que cualquier jugador que esté a la defensiva (cubriendo), haga uso de ese “medio” para alcanzar un fin, que es lograr el poner out al jugador que se encuentra al bate.
Como se puede observar, en el beisbol, pocas decisiones están quedando a discreción de los árbitros; pero lo más llamativo de todo es que ya se comenta que pronto se tendrá un robot cantando las bolas y los strikes en la llamada goma (home).
Conclusión
Con toda propiedad afirmamos: no hubo que esperar hasta 2199, como se dice en la película Matrix, para que la máquina terminara dominando al ser humano hasta ahora en varios campos.
En virtud de lo expuesto, son pertinentes las siguientes preguntas:
¿Quién terminará dominando nuestro complejo mundo: las máquinas o nosotros los seres humanos? ¿Es posible que las máquinas terminen siendo más inteligentes que los seres humanos? Y si eso acontece, ¿qué ocurrirá con nosotros? ¿Podremos vivir sin ellas?
Si con las tecnologías actuales se están planteando enormes riesgos y se habla de algo aterrador, ¿qué pasará con la tecnología del futuro?
¿Deberíamos dejar que las máquinas inunden nuestros canales de información con propaganda y falsedad?
¿Deberíamos desarrollar mentes no humanas que eventualmente podrían superarnos en número, ser más inteligentes, obsoletas y reemplazarnos?
¿Qué pasará con el amor, los sentimientos, los pareceres, los dolores, los sabores y sinsabores, aspectos propios de los seres humanos? ¿Se trasladarán a las máquinas?
Hay quienes sostienen que el que trabaja como una máquina, piensa como una máquina, siente como una máquina; entonces ¿se le puede exigir gobernar como un humano?
En todo caso, terminamos con tres pensamientos.
Uno, con James Cameron, director de Terminator, podríamos repetir: “No creo que una mente incorpórea que simplemente regurgite lo que han dicho otras mentes encarnadas, sobre la vida que han tenido, sobre el amor, sobre la mentira, sobre el miedo, sobre la mortalidad, [pueda hacerlo]. Simplemente puede juntarlo todo en una ensalada de palabras y luego regurgitarlo. No creo que tenga algo que vaya a conmover a la audiencia”.
Dos, con Noam Chomsky decir «La mente humana no es, como ChatGPT y sus semejantes, una máquina estadística y glotona de cientos de terabytes de datos en pos de obtener la respuesta más plausible a una conversación o la más probable a una pregunta científica». Por el contrario… «es un sistema sorprendentemente eficiente y elegante que opera con una cantidad limitada de información. No trata de lesionar correlaciones a partir de datos, sino que intenta crear explicaciones”.
Tres, Jaron Lanier, escritor, informático y compositor de música clásica estadounidense) “Desde mi perspectiva, el peligro no está en que una entidad extraña hable a través de nuestra tecnología, nos controle y destruya. Para mí el peligro es que usemos la tecnología para volvernos mutuamente ininteligibles y que nos volvamos locos, si quieres, de una forma en la que no nos comportemos con el suficiente entendimiento e interés para sobrevivir, por lo que moriríamos de locura, esencialmente”.
Franklin González es Sociólogo. Doctor en Ciencias Sociales. Profesor Titular jubilado, ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, Con dos postdoctorados. Profesor del Instituto de Altos Estudios Diplomático “Pedro Gual” del Ministerio del Poder Popular para la Relaciones Exteriores.Profesor del Instituto de Investigación y Postgrado de la Escuela Nacional de la Magistratura. Fue Embajador en Polonia, Uruguay y Grecia. Miembro editorial de la RevistaAmerika Latina y el Karibe. Director de Publicaciones de Intersaber y analista nacional e internacional.