Por Félix Roque Rivero
Táchira, mayo 25 de 2025.- Algunos opinadores celebran tras bastidores la “victoria” de la abstención en las elecciones de gobernadores, diputados nacionales y regionales celebradas hoy en Venezuela. En verdad, ¿se puede celebrar la nada?
En la novela “Ensayo a la lucidez” del maestro Saramago, se analiza desde lo literario, el caso de un proceso electoral donde las personas votan en blanco. Ante este echo, las autoridades repiten las elecciones y el resultado es el mismo, es decir, el voto en blanco vuelve a salir “triunfador”. La lucidez colectiva responde con su voto no abstencionista, a la conducta de sus gobernantes, la cual rechazan mayoritariamente. Votar en blanco es una manera de participar, tal vez silente y sin graznidos de tarima, pero es una forma de participación rebelde.
En Venezuela las personas salieron a ejercer su derecho al voto. Ante un padrón electoral superior a los 20 millones de electores dejaron constancia, en un porcentaje estimable, de querer continuar viviendo en democracia. Se trató de una elección regional que históricamente, no es aglutinadora pero que evidencia la participación militante de una vanguardia consciente y de un denso sector de la población que ha recibido respuestas de sus gobernantes a sus necesidades. Anunciados los resultados, se evidencia una participación del 42.63%, elevada para este tipo de elección regional que en buena medida desmiente a los abstencionistas. El chavismo obtuvo una mayoría en la Asamblea Nacional y de 24 gobernaciones, ganó 23. Lecturas diversas tendrá este resultado. A lo externo, ya se escucharán a los enemigos de Venezuela, llamando a deslegitimar los resultados.
Celebrar el “triunfo de la abstención” suena a algo cercano con la estupidez. En Venezuela el voto es voluntario, a nadie se le puede obligar a ello, lo que sería arbitrario e inconstitucional. Las personas dejan de votar por una serie de motivos: no les interesa; están conformes; molestos; apatías; triunfalismo; no es su prioridad; no conocen a sus candidatos, ect. La abstención es algo traslúcido, no responde a una aptitud militante. Celebrarla es pensar que podemos ser dirigidos por ella, comandados por algo abstracto que, al decir de Sartre, es poco menos que la nada.
Los partidos políticos hacen su esfuerzo. Algunos son expresión electorera, han hecho de la política un negocio. Otros con programas y tesis superadas. Liderazgos desprestigiados por la corrupción y el servilismo y la entrega. Cuando se estudia a Sartori, se aprende que participar o participación es tomar parte activa, voluntaria y personalmente. Cuando se obliga a la gente a participar a la fuerza, eso es movilización desde arriba y no participación desde abajo. Participar es ponerse en marcha por uno mismo, no que otros te pongan a marchar ni a movilizarte desde arriba. (Sartori, Giovanni. (2009). La Democracia en 30 Lecciones. Editorial Taurus. Colombia).
Las democracias, en su gris funcionamiento cotidiano, puede que merezcan poco crédito. Ahora bien, una cosa es quejarse de su funcionamiento y otra muy distinto es desacreditarla por principio, a priori. De allí que existe un descrédito merecido y otro inmerecido. En una elección, afirmar que porque hubo baja participación, GANÓ la abstención, además de simpleza en el análisis, es incurrir en un descrédito inmerecido.
Con Dussel aprendemos que los pueblos no actúan como sujetos puros, sino como bloques contradictorios, que frecuentemente en la historia, traicionan sus reivindicaciones más profundas. (Dussel, Enrique (2006). 20 tesis de política. Siglo XXI. México). El oficio del político, sostiene Max Weber, puede ser interpretado y vivido por el sujeto como una “profesión burocrática”, en ciertos casos muy lucrativa o como una vocación motivada por ideales, valores, normas que movilizan la subjetividad del político a una responsabilidad a favor del otro, del pueblo. Un político burócrata corrompido es ese que da la espalda y oprime a la comunidad política, al pueblo. En cambio, un político honesto es aquel que reconoce al soberano y, con esto, al poder obedencial del pueblo, ejercido por toda autoridad electa, con la pretensión política de justicia, que no es otra la aspiración de un político recto que lucha en favor de la felicidad de una comunidad política, de un pueblo.
Los que celebran “la victoria de la abstención”, incurren en un paroxismo idealista que niega el realismo político y caen en fetichización del poder. Confunden legalidad con legitimidad. Sostiene Dussel que en los últimos cinco mil años, las comunidades políticas fueron inventando instituciones y, en esos procesos no ha sido unánime la participación ciudadana. La democracia se erige como el único medio factible para alcanzar legitimidad. La democracia, concluye el maestro argentino, es un sistema perpetuamente inacabado. La abstención forma parte de esa perfectibilidad necesaria para hacer realidad la democracia directa y profunda. De allí que el voto, más que un deber, es un derecho que al concretarse crea ciudadanía.
La democracia, enseña Carlos Matus, forma parte del juego social. Es parte de la producción que el hombre se ha venido dando a través de los siglos, una contribución en la creación del mundo interno del hombre y de la llamada intencionalidad colectiva. Es la acción social en cambios constantes desde lo dialéctico, lo Analéctico y lo Trialéctico. (Matus, Carlos (2000). Teoría del juego social. Fondo Editorial Altadir. Caracas. Venezuela). La “lucidez” de un abstencionista, no opaca ni desconoce la actitud valiente de un particiopacionista. De igual modo, una “mayoría abstencionista” no puede verse como victoriosa ante una minoría que participa y con sus votos elige a sus gobernantes. El abstencionista que de manera militante se retira y llama a no participar, con su conducta anti democrática, no derrota al elector ni al elegido. El que no participa llamando a la abstención, ha de asumir su responsabilidad y no hacerse la víctima ante su torpeza y su imbecilidad.
Los venezolanos han ido este 25 de Mayo a su elección número 32 en 26 años. Récord Guinness podría decirse. Ejercitaron la titularidad de su derecho a elegir y ser electos. Continúan perfeccionando su utopía. Muchos son los errores y debilidades que la democracia participativa y protagónica tiene. El método de cooptación ha de ser una excepción y no la regla. El Estado Social de Derecho y de Justicia vive un enriquecedor proceso constituyente de cara a la propuesta de reforma constitucional. Las siete transformaciones es la concreción teórico-práctica de un modelo de gobernanza atrevido y audaz que se expresa en la elección popular de sus proyectos socioproductivos con el empoderamiento del pueblo donde, si bien la participación ciudadana no es absoluta, se legitima en los liderazgos locales de manera indiscutible. Los gurú hacen predicciones y celebran una lucidez saramaguiana a la inversa de lo que este maestro narra en su laureada novela. Los abstencionistas son rebeldes sin armas, sin ideas ni propósitos. Son la nada que a nada conduce.